Buenas Nochess
La tímida vela entona una dulce canción tratando de arrullarme,
aunque no le sea posible. Al igual que yo esta marchita por noches de soledad y la
ausencia de los dedos que dieron forma y razón de su vida, de todos modos
le es mas fácil conciliar el sueño cuando juega a proyectar sombras en los
muros con el humo que despide, mientras que el reloj, en su sereno tic-tac, narra épicas aventuras de su correr por el mundo con toda una humanidad para
atenderle.
Es un fanfarrón egolatra, a mi parecer lento a comparación de mi
cuerpo que se empeña en adelgazar mas en menos de lo que el traza un circulo
con ambas extremidades.
La "Sinfonia Felina" de los gatos flacos que tocan
blues con las cuerdas de mi garganta es algo desafinada, no me quejo, resulta difícil poder concentrarse en rasgueos,
requintos, alegros y armonías a la vez que fabrican flemas espesas multicolores
que rara vez logro expulsar y a falta de baquetas y tambores tengo que toser de
vez en cuando para un buen acompañamiento.
Asisten gran numero de invitados que
contemplan el espectáculo en palcos de fosas nasales, por lo que es complicado
el jalar grandes bocanadas de aire para acondicionar la sala.
Todo el compendio de sonidos desagradables y brazos fuertes que
se tallan en la espalda tratando de simular un abrazo vienen a reemplazarte, aunque te confieso que no es lo mismo los gritos charros de los perros en
madrugada que los discretos jadeos de colegiala que solías emitir cada que mis
manos trataban de abrir el zaguán a medio uso en punto de las 3:45... y todo por
embarrar un poco de miel en mi lengua y distraerla un rato de la amarga
compañía de la ansiedad, presente desde hace tiempo.
Siempre pensé que estabas hecha de minerales preciosos, por tus
pezones y pechos, petrificados cada que eran oprimidos por mis dientes, por
toda la sal hallada en tus labios y tus ojos de carbón ... los que quise volver
a encontrar sin éxito alguno.
Después de lamer cada una de las piedras de los
cerros mas cercanos supe que te sepultaste, por que no había mas que tierra
mojada, excitadisima por sentirte adentro, fue esa misma humedad la que me
provoco hongos y granos de agua en los pies, muy resistentes al grosor de mis
uñas, estos ardían y sangraban tanto como solía recordarte.
Adolorido, acudí parado de manos a un ropero apolillado que
guardaba una vieja pomada de aroma rancio, muy efectiva a medias pues
desaparecieron las llagas pero no así la escoriación que sentía de tener
llagada el alma y pus en el corazón por saciar mi sed con fluidos agridulces
en exceso.
Quise aliviar mi mal con los mismos antibióticos, óxidos,
miconazoles y fungicidas, introduciendolos por todas las venas y vías
existentes y lo único que obtuve fueron jaquecas y vómitos abundantes, resultado
de un efecto secundario.
Tal vez mas tarde atienda de nuevo a tu imagen borrosa, mis
dilatadas pupilas me revelan lo denso de la oscuridad tras ser devorada la vela
por una mancha de cera deforme, el reloj al fin calla dejando de alardear su
velocidad sorprendente y el concierto ha terminado, me encuentro solo otra vez,
con una sonrisa de alivio voy cerrando los ojos lentamente con la esperanza de
no abrirlos para mañana.